Los
conflictos no saben esperar y hay que atenderlos enseguida, con los ojos y
oídos bien abiertos:
Prestar
atención a lo que dicen los chicos, especialmente a las quejas muy
reiteradas.
Prestar
atención al chico que parece muy molesto en clase, que siempre se queja,
al que se le pierden o se le caen las cosas o se enoja con los otros: a veces
puede estar siendo objeto de hostigamiento.
Prestar
atención al chico que reacciona violentamente, les pega a los otros con
enojo y que queda muy contrariado luego de una situación violenta; no sólo hay
que detenerlo en su acción, sino que hay que observarlo y hacerle un
seguimiento: a menudo no es el hostigador, sino el hostigado que está
reaccionando inadecuadamente.
Prestar
atención al chico que se queja de que le faltan útiles, que asegura que había
traído algo que no tiene al momento de tener que presentarlo, que le falta
dinero, etc.: puede ser que se lo estén escondiendo.
Prestar
atención a situaciones en las que un objeto perdido aparece en la mochila de
otro chico; en ocasiones otros lo hacen para luego acusarlo.
Prestar
atención al chico que se queja de dolores físicos y a menudo solicita
que lo retiren antes.
Prestar
atención al chico que está solo en los recreos o que queda
frecuentemente fuera de juego, aunque cuando le pregunten diga que no juega
porque no quiere.
Escuchar
atentamente los comentarios que los padres hagan llegar sobre situaciones
de violencia, aunque hablen de lo que pasó en un cumpleaños o de los mensajes
que reciben sus hijos por Internet y no de hechos que suceden en el colegio.
Solicitar
información y escuchar atentamente los comentarios de los docentes de
materias especiales, como Plástica, Música, Educación Física, Teatro, etc., en
las que los chicos tienen otros recursos expresivos y posibilidades de
movimientos e interacción. Estos son muy importantes también porque dichos
docentes a veces acompañan a los chicos durante varios años seguidos y ven
procesos más prolongados, lo que no sucede habitualmente con los maestros de
grado.
Tener
en cuenta que muchas veces el hostigador es el que uno menos se imagina ,porque
se muestra como una persona callada, que no actúa o tímida. En esas ocasiones
el chico no tiene muchas habilidades para comunicarse con los adultos pero es
un eficaz líder de pares que actúa y se manifiesta a través de los otros.
Pedir
siempre, siempre pidan ayuda a sus superiores y colegas, no actuar solos.
Convocar
a los padres y hablarles claramente, sin emitir juicios de valor sobre los
niños y remitiéndose a los hechos observados. Expongan claramente los riesgos
que corren los chicos en el caso que los adultos no intervengan adecuadamente.
Considerar
a los padres también como parte de un equipo para ayudar a los chicos
y mostrarse ante ellos como gente que va a ayudar a los chicos y no que va a
confrontar con ellos.
Tener claro que los padres que acuden al colegio lo hacen con un monto
muy grande de angustia y a veces, enojo. Dejarlos hablar y escucharlos
permitirá que se calmen y posibiliten un trabajo conjunto. Entender también que
la escuela tiene la obligación de ser un lugar donde los chicos estén seguros
en todo sentido y que por eso los padres acuden a ella.
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